Carta de una sobrina a mi abuelo

Querido, llegó el momento de decirte adiós, pero antes quisiera mencionar lo siguiente.

Don Pedro Castro como muchos lo conocíamos, fue una persona de bien, que siempre estuvo al servicio de esta comunidad. Pero ante todo fue un ser humano que tuvo tal vez algunas faltas con Dios –como todos- hizo muchas otras para enmendarlas y una de aquellas tantas fue entregar sus ochenta y seis años de vida a este pueblo.

Como nuestro primer intendente y fundador de este pueblo (lugar que tanto amó), logró construir la intendencia y luego como delegado comunal gestionó la creación del cementerio y de esta capilla, la cual recibe el nombre de “San Cayetano” y le abrió sus puertas hasta último momento. También fue uno de los partícipes de la creación del festival del durazno, pero algo más lo distinguía y disfrutaba a cada momento: la política.

Fue un hombre con gran capacidad, experiencia, inteligencia y sabiduría que sin ningún tipo de egoísmo supo brindarse a nosotros los jóvenes, con sus consejos, esperanza y optimismo; único apoyo de una persona de su edad con la convicción de que la oportunidad de la unión y el progreso del pueblo había llegado.

Hubiese sido lindo decirte estas palabras en vida, pero no fue así. Porque nosotros derrochamos el tiempo en criticar, juzgar, odiar y cuando Dios nos pone pruebas tan difíciles como la separación de los seres queridos recién nos damos cuentas de qué clase de ser humano perdimos y cuánto significaba para nosotros.

Tío, decirte que estamos eternamente agradecidos por todo lo que hiciste es poco, tu recuerdo vivirá eternamente en nuestros corazones. Hasta el último segundo de tu vida decidiste la independencia, quedarte solo para que nadie te vea partir, siempre mostrando dignidad.

Descansa en paz, que la lucha con el legado que supiste dejarnos ahora la debemos continuar nosotros los jóvenes, con tu enseñanza.
Te queremos mucho, te extrañaremos.

Gracias Familia Castro, los amo

11/11/11